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Comuna 13: el barrio que dejó de sangrar gracias a una escalera
De todos los sitios que visitamos durante nuestro viaje a Colombia, pocos me impresionaron tanto como la historia de la Comuna 13 de Medellín. La transformación de un lugar super peligroso a un lugar centrado en el arte para conseguir prosperidad es real y ha sido motivado por la gente del barrio, lo que no hace más que sorprenderme y enorgullecerme del poder de la gente humilde del país.
Os cuento un poco de nuestra experiencia para convenceros de que sí o sí, esta tiene que ser una parada en vuestro paso por esta ciudad.
Lo primero que tenéis que saber es que las comunas son la manera de organizarse de Medellín, es como si fuesen nuestros distritos o nuestros barrios. La Comuna 13 es especialmente famosa porque pasó de ser un lugar al que no se podía entrar debido a la violencia de las guerrillas y los paramilitares a ser un ejemplo de arte callejero increíble gracias a una escalera mecánica y a la fuerza de la gente.
Supongo que ya lo sabrás, pero durante mucho tiempo, Medellín ha sido considerada una de las ciudades más peligrosas del mundo. Durante años, diferentes desplazados del campo colombiano han ido ubicándose en estas comunas que se fueron expandiendo poco a poco por las montañas de forma informal y desorganizada, creciendo sin ningún tipo de servicios.
Las autoridades dieron la espalda a estos ciudadanos y estos se autoorganizaron contando con el apoyo de guerrillas como las FARC (la más conocida aunque no la única) que inicialmente tenían como intención ayudar a la comuna, aunque rápidamente se convirtieron en el principal problema de los barrios: los guerrilleros utilizaban los recovecos del barrio para esconderse de la policía y utilizaba a los niños para convertirlos en soldados y así defenderse. Esta situación iba empeorando poco a poco, hasta que entraron los paramilitares pagados por el gobierno para echar a las guerrillas. Aunque pueda parecer una solución, esto solo generó más violencia y asesinatos. Empezaron a existir los falsos positivos, ciudadanos de a pie que los paramilitares identificaban como miembros de las bandas porque recibían dinero por cada miembro de las guerrillas que detenían (sin tener que probar que realmente formaba parte de ellas).
Esta situación se perpetuó durante años y dio un giro radical el 16 de octubre de 2002 (sí, 2002...yo también he alucinado de que solo hayan pasado 20 años) con la conocida Operación Orión. Álvaro Uribe, presidente de aquel momento, lanzó una ofensiva sobre la comuna con la intención de sacar a las guerrillas que se escondían en la zona. Mandó 1500 militares y policías con tanques y helicópteros a limpiar el barrio llevándose por delante todos los civiles que fuese necesario.
La operación duró dos días y hubo más de 80 personas asesinadas por los paramilitares, 92 desaparecidos, 80 civiles heridos y 370 detenciones arbitrarias. La polémica continua hoy en día porque todos los cadáveres de esta operación fueron tirados a "La Escombrera", una fosa común que se ve desde el barrio y que el gobierno no quiere abrir para desenterrar los cuerpos e identificar los que todavía se consideran desaparecidos.
Esta actuación hizo desaparecer a las guerrillas de la Comuna, pero el terror lo substituyeron los paramilitares que volvieron a perpetuar asesinatos, torturas y desapariciones forzosas.
Poco a poco la situación ha ido cambiando porque las autoridades (según los propios vecinos es para compensar el daño hecho anteriormente) han empezado a invertir en los servicios de la comuna empezando por unas escaleras mecánicas que ha cambiado radicalmente el nivel de vida de los vecinos. De este modo, subir y bajar se ha vuelto más sencillo y, junto a los numerosos programas de inclusión social, ha ido mejorando la vida de los jóvenes que decidieron empezar a pintar con graffitis las paredes del barrio anteriormente manchadas de sangre.
La Comuna 13 a día de hoy es un barrio lleno de color, un hervidero de artistas y nuevas iniciativas que poco a poco permiten a los habitantes del barrio ver la luz al final del túnel. Aun así, tampoco nos engañemos: los guías turísticos y los propietarios de locales tienen que pagar a las bandas del barrio para que les permitan operar sin violencia y se pueda mantener la paz que tanto les ha costado.
Todo esto lo puedes descubrir con un free tour que normalmente te realiza un propio vecino del barrio. En nuestro caso la guía nos llevó a la casa de su familia y pudimos tomaros un tinto (que es un café y no un vino) mientras escuchábamos sus historias y nos dábamos cuenta de que en su familia solo quedaban mujeres, porque los hombres todos habían fallecido debido a la violencia de la Comuna.
Interesantísima historia, precioso barrio e increíble que algo tan cercano en el tiempo fuese completamente desconocido para mí. Si te gustan el arte urbano y la historia, este lugar te va a encantar; es una perspectiva de Medellín que nadie que visite la ciudad debería perderse.
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