Murano y Burano: el arcoiris italiano
Seguramente ya habréis oído hablar de estas dos islas que se encuentran en la bahía de Venecia y que son perfectas para una excursión de un día desde la ciudad de los canales. Aunque yo ya había visitado Venecia en 3 ocasiones, nunca había ido a las islas y esta vez no me lo pensé dos veces. ¡Y vaya acierto! ¿Queréis saber cómo llegar y qué visitar? Seguid leyendo:
Cómo llegar:
Aunque veréis que hay muchas empresas que ofrecen excursiones a estas islas, la verdad es que no vale la pena. Es muy sencillo llegar y si lo hacéis por vuestra cuenta podréis dedicar el tiempo que queráis a cada isla.
Desde Venecia hay que coger un vaporetto en la parada de Ferry F.T Nove, en el barrio de Cannaregio (en Google maps podéis poner F.T. Nove y os aparece el punto exacto). Es el norte de la isla; desde San Marco unos 40 minutos caminando.
Cada trayecto en Vaporetto cuesta 8€ y hay una opción de 24h por 20€. Creo que vale la pena la segunda opción ya que con el mismo ticket podéis hacer un mini-crucero por el Gran Canal cuando volváis de visitar las islas.
En F.T. Nove está muy bien indicado cómo llegar a Murano y Burano. Veréis que cada línea de vaporetto tiene unas paradas (como cualquier bus normal). Nosotros cogimos la línea 4.2 hasta Murano (primera parada: Murano Colonna), paseamos por la isla y después cogimos el ferry 12 en la parada Murano Faro hasta Burano. Las islas son muy pequeñitas así que es muy fácil moverse. CONSEJO: mirad a que hora pasa el ferry de Murano a Burano porque la frecuencia no es tan alta como la de Venecia-Murano y sino quizás tendréis que esperar un buen rato hasta que pase el siguiente (1 cada hora cuando fuimos nosotros en temporada baja).
Para volver después a Venecia, buscad un vaporetto que vuelva a F.T. Nove (4.1, 4.2 o 12).
Murano
La isla de Murano es famosa, básicamente, por su cristal. Nada más bajar del ferry os indicarán cómo ir a la fábrica dónde os harán un tour explicando el proceso artesanal de producción de vidrio. Nosotros no la visitamos porque nos pareció demasiado caro (30€ por persona), aunque sí que paseamos por las tiendas y pudimos admirar la gran cantidad de cosas que fabrican de este material. Hay una tienda con productos de cristal cada 2 metros más o menos. Si realmente os interesa comprar, visitad varias tiendas: hay variedades en calidad y precio para todos los bolsillos.
Además de la fábrica de cristal, recomiendo simplemente pasear por la isla. Si os adentráis un poquito podréis encontrar lugares bastante auténticos. Nosotros tomamos el aperitivo (Spritz, por supuesto) en un bar dónde solo había italianos (todos jubilados por cierto).
Burano
Hay varias leyendas que explican el arcoíris urbano que podemos encontrar aquí. Una de ellas dice que esta antigua isla de pescadores tiene las casas pintadas de colores llamativos porque las mujeres de los pescadores se hartaron. Se hartaron de que sus maridos, borrachos después de pasar por la taberna después de una larga jornada de trabajo, se equivocaran de casa. Con esta identificación tan llamativa, no tenían excusa para equivocarse. Otra leyenda dice que, debido a la niebla, para los pescadores era difícil ubicarse y confundían las casas, así que pintaron sus viviendas de los mismos colores que sus embarcaciones para encontrarlas más rápido.
En cualquier caso, lo que hay en esta isla es único. Nunca había visto algo tan alegre y tan pintoresco. CONSEJO: la isla no está masificada pero hay bastante turismo. Nada más bajar del ferry veréis que todo el mundo sigue recto para ir a la calle principal. Si giráis a la izquierda, apareceréis en una zona llena de colores y donde estaréis prácticamente solos.
La isla es pequeñita, la recorres en unos 45 minutos. Nosotros estuvimos unas dos horas, comimos pizza en uno de los restaurantes en la zona del canal principal y no paramos de hacer fotos ni un segundo. ¡Cada calle es más bonita que la anterior!