Todo lo que no puedes perderte en Sumba, Indonesia

21.04.2025

Si algo tiene Sumba, es paisajes que parecen de otro planeta, cascadas escondidas en mitad de la selva y pueblos tradicionales donde sientes que el tiempo se ha detenido. Aquí no vienes a hacerte selfies en cafés monos. Aquí vienes a explorar de verdad.

Te dejo nuestros imprescindibles, con lo bueno, lo no tan bueno y algún que otro consejito útil.

Visitar pueblos tradicionales

En Sumba aún hay zonas donde se vive en casas con techos de paja enormes, se hacen sacrificios animales en momentos puntuales y se siguen rituales ancestrales. Visitamos dos pueblos:

Kampung Tarung (Waikabubak): recomendado por nuestra host, es un pueblo súper auténtico y nada turístico. Las casas son preciosas y los vecinos, muy amables. Nadie intentó vendernos nada, lo cual en Indonesia ya es un logro.

Rattengaro: más turístico, pero también interesante. Aquí sí que tienes que pagar una entrada que te incluye poder acceder a la zona de las casas y también a su playa (espectacular). Nos dejaron entrar a una casa y nos explicaron cómo viven, cocinan y duermen (cómo pudieron, porque no hablaban inglés…). Muy top. Justo al lado nos quedamos a ver la puesta de sol en la playa de Rattengaro (a la que para acceder tienes que pagar la entrada).

Perderte en moto por carreteras infinitas

Alquila una moto y lánzate a explorar. Carreteras vacías, palmerales infinitos, niños saludándote a cada paso (en mi caso uno me tiró un palo y me hizo daño en un brazo, pero eso es anécdota a parte). Sumba se vive mejor sobre dos ruedas (aunque ojo: las distancias engañan y el GPS no siempre funciona). Nosotros hicimos todas las excursiones menos 1 (por distancia) con la moto que nos alquilaron directamente en la casa donde nos alojábamos.

Consejo: sal con el depósito lleno, lleva agua y algo de comer. Y evita conducir de noche sí o sí. La iluminación brilla por su ausencia. 

Perderte en moto por carreteras infinitas

Aquí van nuestras favoritas, con alguna que otra aventura incluida:

Cascada Lapopu y Air Terjun Matayangu: Lapopu es la cascada más famosa de la isla y requiere que reserves casi un día entero para visitarla, porque desde mi punto de vista, vale la pena que ya que estás allí hagas el trekking para visitar ambas. Tendrás que dejar la moto en el principio de la ruta, donde hay una taquilla y unos señores con taparrabo y machete (esto es real), te harán pagar la entrada (17€ por persona + 17€ por el guía). Nosotros fuimos, nos dio la sensación que nos estaban timando completamente y cuando le preguntamos a la dueña de nuestro alojamientos no dijo que era verdad, que ese era el (desorbitado) precio. Estuvimos a punto de no volver, pero nos las habían pintado tan bien que decidimos hacerlo, y menos mal.

La ruta es imprescindible que la hagas con guía porque está 0 indicada y es imposible llegar si no sabes el camino. Entre los dos caminos (con bastante desnivel) y bañarnos en las dos cascadas, tardamos unas 6 horas.

No menosprecies la ruta, es larga y difícil: todo el rato campo a través, con tramos embarrados y algunos desniveles fuertes que tienes que ir haciendo agarrándote a los árboles.

Consejo: lleva zapatos de trekking, ropa que se pueda mojar, comida y agua y protégete de las sanguijuelas. Tuvimos una mala experiencia con ellas en esta excursión.

Cascadas de Kakura: Un rincón escondido con un ambiente muy zen. Llegas tras un paseíto de 10 minutos por palmerales y campos de arroz. Son más pequeñas que Lapopu, pero también muy bonitas, y no suele haber nadie. Pagamos 5 € a un local que se había colocado al lado de la carretera por los dos después de un mini regateo.

Cascada Lokomboro (Indiana Jones vibes): Llegar es toda una aventura: hay que cruzar ríos, caminar entre cañas de bambú y sortear piedras resbaladizas. Es como meterte en una peli de aventuras, pero sin efectos especiales. Cuando llegas, te encuentras con una cascada alta, rodeada de acantilados y sin un alma alrededor. No está señalizada, así que lo ideal es ir con alguien local que sepa el camino. Te lo ofrecerán en la entrada, así que no te preocupes. 

Playas y lagunas:

Waikuri Lagoon: Una laguna de agua salada ultra cristalina que parece una piscina natural. Está rodeada de roca volcánica negra y vegetación, lo que le da un contraste brutal. Puedes bañarte, flotar sin esfuerzo debido al alto nivel de sal y saltar desde alguna plataforma que hay.

En la entrada hay varios puestecitos de artesanía y al salir nos cobraron por haber estado allí 4€ por persona. Cómo nos vinieron a cobrar al salir, ya no pudimos regatear y pagamos le importe íntegro. 

Pantai Mandorak: Pequeña, salvaje y espectacular. Arena blanca y el agua más azul que he visto en mi vida. No es buena para bañarse por la la fuerte corriente fuerte pero sí para hacer fotos y sentarte a contemplar el infinito. De verdad, es demasiado bonita.

Pantai Pero: Más local, más viva. Aquí sí hay gente del pueblo bañándose, niños jugando, barcas de pescadores... Nos tiramos un buen rato chapoteando y charlando con los peques, que nos querían saber si éramos del Barça o del Madrid y nos demostraban las piruetas que sabían hacer al saltar el agua.

Playa de Rattengaro: Ya la he mencionado arriba, pero vale la pena repetir: este pueblo tradicional es parada obligatoria. Las casas son una locura de arquitectura y el entorno es verde, montañoso y muy fotogénico.

Al salir, camina hacia el mar: hay una playa inmensa y vacía donde vimos un aterdecer espectacular. 

Marangaba y Marosi Beach: Dos playas kilométricas y vacías (como casi todo en Sumba). A nosotros nos flipa ese rollo de tener el paraíso para uno mismo, y estas dos fueron exactamente eso. Agua turquesa, olas potentes y cero gente.

En Marosi vimos una de las puestas de sol más brutales de toda Indonesia.

Poblado de Rattengaro
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